Por Víctor Paredes, End User & Powers System Director de Schneider Electric.
El mundo vivió en 2024 el febrero más cálido que se haya registra en la historia. Así lo declaró el Servicio de Cambio Climático (C3S) de Copernicus tras informar que el mes pasado se registró 13,54° en promedio. Un número muy distinto a lo que sucedió en 2016, donde se anotó el anterior récord con 0,12°.
Bajo este alarmante panorama, se nos presentan desafíos cruciales en la lucha contra el cambio climático, y entre las diversas soluciones que se perfilan, la transición hacia un futuro de cero emisiones netas se destaca como una meta ineludible. En este contexto, la electromovilidad emerge como una pieza fundamental para alcanzar dicho objetivo, ofreciendo una alternativa ecológica e inteligente para la movilidad urbana.
Sabemos que la adopción masiva de vehículos eléctricos es esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la calidad del aire en nuestras ciudades. No obstante, este cambio hacia la electromovilidad va más allá de simplemente reemplazar los vehículos tradicionales por eléctricos. Requiere un enfoque integral que abarque desde la generación de energía hasta la infraestructura de carga y la gestión inteligente de la movilidad.
Es acá donde la transformación digital desempeña un papel crucial en este proceso, al facilitar soluciones escalables y la digitalización de las instalaciones. La implementación de tecnologías avanzadas no solo optimiza la eficiencia energética, sino que también permite una gestión más inteligente de los recursos y una mejor integración de la energía renovable a escala global.
Uno de los desafíos principales que tenemos como sociedad, radica en ofrecer una experiencia de carga de vehículos eléctricos que sea resiliente, eficiente y sostenible para todos los actores involucrados: desde propietarios de empresas y operadores de flotas hasta propietarios de viviendas y conductores individuales. La creación de una infraestructura de carga robusta y accesible es fundamental para fomentar la adopción de vehículos eléctricos, así como para garantizar una transición equitativa hacia un futuro más sostenible.
La electromovilidad no solo representa una solución viable para reducir los impactos del cambio climático, sino que también abre la puerta a nuevas oportunidades económicas y sociales. Al invertir en la electrificación del transporte y en la infraestructura necesaria para respaldarla, no solo estaremos construyendo un futuro más limpio, sino también más próspero y equitativo para las futuras generaciones.