Por Silvina Dalton, directora de Cuentas Globales de Cirion Technologies
Todos hablamos de los beneficios de la Inteligencia Artificial (IA) en la mejora de la productividad personal y empresarial, pero rara vez se la asocia con la Economía del Bien Común.
La Economía del Bien Común es un modelo económico propuesto por el economista austriaco Christian Felber, basado en la cooperación y en los valores que hacen prosperar las relaciones humanas. En el marco empresarial, es un concepto que busca que las empresas no solo generen beneficios económicos, sino que también, contribuyan al bien común de la sociedad teniendo en cuenta los impactos sociales y ambientales de sus actividades, trabajando para mejorar la vida de las personas y del planeta.
La IA tiene el potencial de ayudar a generar negocios enfocados en tres ejes: rentabilidad, ambiente y sociedad. Lo positivo, es que puede lograrlo de varias maneras.
Una de ellas es mejorando la eficiencia y la productividad. Allí la IA puede ayudar a los negocios a automatizar tareas, optimizar procesos y mejorar la toma de decisiones. Esto conduce a una mayor eficiencia, lo que puede traducirse en beneficios económicos.
Gracias a la IA, podemos también reducir el impacto ambiental, ayudando a los negocios a reducir su consumo de recursos, generar menos residuos y mitigar su impacto ambiental logrando importantes beneficios.
Junto con lo anterior, a través de la IA los negocios también pueden mejorar el bienestar social de sus empleados, clientes y comunidades. Podríamos pensar que estos son conceptos de largo plazo, pero apartemos el marco conceptual y pasemos ahora a ver algunos ejemplos concretos acerca de cómo cada sector ya está utilizando los beneficios de la IA en sus operaciones diarias.
En la agricultura, por ejemplo, la IA se está utilizando para desarrollar nuevas tecnologías que ayudan a los agricultores a ser más eficientes y sostenibles mediante el desarrollo de sistemas de riego más inteligentes y un control de plagas con menor impacto ambiental.
En el área energética, la IA se está utilizando para desarrollar nuevas tecnologías de energías renovables, optimizar la producción de energía solar y eólica, o para desarrollar nuevas tecnologías de almacenamiento de energía. Por su parte, en la construcción, la IA está diseñando edificios más eficientes energéticamente, analizando las variables climáticas y el uso previsto de un edificio para diseñarlo de manera que minimice su consumo de energía.
En salud, la IA se está usando para desarrollar nuevos tratamientos y diagnósticos, mediante modelos de aprendizaje automático que puedan diagnosticar enfermedades con mayor precisión, o para desarrollar nuevos tratamientos personalizados. Y qué decimos de la educación, donde la IA está ayudando a crear renovados sistemas de aprendizaje que se adapten a las necesidades individuales de los estudiantes. Por ejemplo, la IA se puede utilizar para analizar los datos de rendimiento de los estudiantes e identificar áreas de mejora y estrategias de enseñanza personalizada.
En tanto, en el sector laboral, la IA se está utilizando para analizar los datos de contratación y promoción, y para el análisis de currículums de los candidatos para identificar sesgos inconscientes.
Y no podemos dejar de incluir aspectos transversales a todos los sectores y que se relacionan con los valores de dignidad humana, solidaridad, justicia social y democracia que promueve la Economía del Bien Común; así como tampoco la tan necesaria inclusión social, donde la IA se puede utilizar para crear nuevos sistemas de apoyo que ayuden a las personas con discapacidades o con necesidades especiales, promoviendo la igualdad de oportunidades para todos.
Sin embargo, la utilización de la IA para promover la Economía del Bien Común plantea algunos desafíos. Uno de los más importantes es la necesidad de garantizar que la IA se utilice de manera ética y responsable, y no para discriminar a las personas o para aumentar la desigualdad. Otro desafío es la necesidad de contar con políticas públicas que apoyen el desarrollo de la Economía del Bien Común y que ayuden a garantizar que las empresas utilicen la IA para generar impactos positivos en la sociedad.
En conclusión, la IA es una tecnología emergente que tiene el potencial de ayudar a generar negocios sostenibles, equitativos y prósperos.