Por Fernando Riedel Especialista de Voz y Colaboración Cirion Technologies
La Inteligencia Artificial (IA) y la explosión continua de datos, junto con el aumento constante de la potencia informática, están teniendo un impacto significativo en la vida cotidiana y empresarial. Se trata de una evolución en la relación y la interacción que tenemos entre las máquinas y los seres humanos.
En el siglo pasado comenzamos a utilizar máquinas que podían hacer algunos cómputos y producir resultados que eran más eficientes que lo que podemos hacer los seres humanos. Nos comunicábamos con ellas de manera más compleja, a través de comandos de un lenguaje que teníamos que aprender para poder pedirle cosas.
Con el paso del tiempo hemos aprendido a hablar un poco más, como si fuéramos pares o colegas y hoy ya podemos “conversar” con una computadora y pedirle que haga lo que queremos con solo hablarle, obteniendo resultados muy rápidos. Y esto no solamente con lenguaje natural, sino también con imágenes y eventualmente, otros accionables.
Todo esto nos ha traído a una situación en la que ya no tenemos un ente inferior que tenemos que comandar conociendo el lenguaje y dando instrucciones limitadas. En su lugar, debido a esa evolución constante y vertiginosa “que amplió nuestro vocabulario”, ahora estamos en condiciones de preguntamos qué podemos pedirle, como se lo decimos para que nos entienda mejor, qué será lo próximo que aprenderá esta máquina, y en qué momento se volverá autodidacta.
Pero volviendo a la evolución en donde estamos hoy, la que se refiere a cómo pedir las cosas, para que la IA las interprete y entienda mejor, y así devolvernos la respuesta más cercana a lo que estamos buscando o deseando. Ahí es donde podemos sumar valor a las empresas a través de herramientas que mejoran los servicios colaborativos que ellas brindan.
La generación de contenido impulsada por la IA puede actuar como un recurso invaluable para acelerar la comunicación. El procesamiento de lenguaje natural de la IA puede recopilar datos complejos de diferentes orígenes, transformándolos en informes integrales pero accesibles, resúmenes de mercado y estrategias de inversión personalizadas. De forma menos analítica, la IA puede acelerar la comunicación al crear publicaciones de blogs, videos e imágenes, además de gráficos, lo que libera al personal creativo para realizar las comunicaciones más estratégicas.
En el caso de los bancos y las empresas de inversión, esto significa que la IA no solo puede acelerar el proceso de comunicación, sino que puede ayudar a garantizar que las comunicaciones estén personalizadas, sean precisas y se alineen con las expectativas de los clientes y accionistas. Esto puede mejorar la confianza, aumentar la satisfacción de las partes interesadas y, potencialmente, incluso generar una ventaja competitiva en el mercado.
Sumado a esto, algo tan tangible y aplicable como lo anterior, son los Chatbots para atención al cliente, servicios al usuario, marketing, ventas y otros. Aplicaciones pensadas tanto para el CX (Customer eXperience o experiencia del usuario), como para el Colaborador (Employee eXperience).
Contar en estos días con colaboradores comprometidos y satisfechos es crucial, tanto para mejorar la experiencia del usuario, como para la retención de talentos. De ahí la aparición también de Asistentes Virtuales como Copilot en el caso de Microsoft o AI Companion en el de Zoom, asistentes de IA generativa que ayuda a evolucionar (¿revolucionar?) la forma de trabajar y comunicarse que utiliza actualmente.
Todo este desarrollo al final plantea una nueva perspectiva de lo que es necesario hacer. Mejorar la productividad y colaboración en las empresas, conocer las posibilidades de la Inteligencia Artificial y cómo actuamos en consecuencia para que el futuro dependa de nosotros y de la forma correcta. Estos son los desafíos del mañana, hoy.