Durante más de un siglo, ninguna mujer había logrado fundar una empresa que llegara a cotizar en bolsa. Sorprendente, ¿no? A mí, al menos, me caló hondo esta estadística cuando, durante un evento en la Bolsa de Santiago, fui mencionada como ejemplo de cómo, por primera vez en la historia, una empresa coliderada por una mujer hoy transa en el mercado de valores.

No sé si nunca me lo había cuestionado o si simplemente no se me pasó por la cabeza la posibilidad de que en 120 años esto jamás hubiera ocurrido. Claro que me llena de orgullo, y me hace reflexionar sobre hasta dónde he llegado. Pero al mismo tiempo, surge en mí una inquietud aún mayor: faltan mujeres que emprendan y lideren negocios de impacto. Y lo importante aquí es entender por qué, qué sigue siendo la piedra de tope para que más mujeres den ese paso.
Cada vez que me preguntan si me costó emprender por ser mujer, me resulta difícil responder. La verdad es que nunca sentí una traba directa, una puerta cerrada o una negación de negocio solo por mi género. Pero eso no significa que esas barreras no existan. Estoy segura de que aún persisten sesgos que limitan a muchas, y que, al menos en la cabeza de muchas mujeres, el miedo al riesgo sigue siendo un factor determinante.

Lo cierto es que se ha generado un círculo vicioso: hay menos emprendimientos liderados por mujeres, por lo que es difícil encontrar referentes o redes de apoyo. Y esto sí es algo que me pesó. Contar con modelos a seguir es clave para atreverse, y cuando son escasos, el camino se hace más solitario.
Ideas, talento y determinación no faltan. Lo que faltan son más mujeres emprendiendo. Y ahí la tarea es de todos y todas. Necesitamos un altoparlante que realmente impulse el camino de las emprendedoras, que crea en ellas y nos permita aumentar su participación en el ecosistema.

Las mujeres siempre han sido creadoras, líderes con altos estándares y carisma. Pero, junto con más políticas que faciliten el acceso a financiamiento y redes de apoyo para emprendedoras, necesitamos un cambio cultural. Creámonos el cuento, hablemos de los verdaderos desafíos de emprender siendo mujer, pero también de los casos de éxito. No sigamos perdiendo el potencial que ya existe, no sigamos dejando atrás a mujeres con talento y determinación.
Cuando una mujer rompe estas barreras, no solo crea una empresa: abre camino para muchas más. En esta oportunidad, me tocó a mí sorprenderme con un logro que alcanzamos en ZeroQ, pero este logro no es solo mío. Es de mi socio, de mi equipo y de todas las personas que fueron parte del recorrido. Ojalá muchas más mujeres puedan vivir esta experiencia, y que entre todos y todas las ayudemos a lograrlo.
