Por Olga Alarcón, gerenta de Fundación Telefónica Movistar
A meses de un nuevo periodo de retorno a clases, y en el marco del Día Internacional de la Educación, visualizamos un momento propicio para reflexionar sobre el futuro de la enseñanza y la inclusión de las nuevas habilidades digitales en el país, especialmente en un contexto marcado por la alta penetración de smartphones y tecnologías como la inteligencia artificial.
La integración de herramientas digitales en el ámbito educativo ha desencadenado interesantes debates acerca de su impacto y desafíos, a partir de diversas mediciones como el informe PISA, los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) y la discusión en torno a la prohibición del uso de celulares en las aulas.
Hoy la tecnología y la educación convergen, y surgen debates sobre cómo utilizar eficazmente las herramientas digitales en entornos educativos. Debido a que no todos los instrumentos digitales tienen el mismo impacto y, para evitar un desenlace no deseado, como podría ser la “tecnofobia”, es vital abordar algunos puntos clave.
Relevante es comprender que las tecnologías actuales son “prótesis antropológicas” que amplifican nuestras capacidades. No se trata de menospreciar el conocimiento humano almacenado en la memoria, pensando que todo está en los motores de búsqueda. Debemos valorar la combinación poderosa entre el conocimiento adquirido y el uso adecuado de las herramientas tecnológicas.
...Relevante es comprender que las tecnologías actuales son “prótesis antropológicas” que amplifican nuestras capacidades.
En tanto, el impacto del uso de dispositivos electrónicos merece una atención específica. Mientras el informe PISA destaca cómo el uso descontrolado para actividades de ocio afecta el aprendizaje, también enfatiza la diferencia cuando estos dispositivos se utilizan con propósitos educativos, mostrando un rendimiento superior en matemáticas, por ejemplo. Para lograrlo es fundamental contar con un modelo integral de educación digital que actúe sobre elementos clave, para lograr la calidad educativa.
Una muestra de ello es el programa ProFuturo impulsado en Nigeria, África. En este país, se han desarrollado iniciativas de educación digital que han permitido que 70.000 niñas y niños de 120 escuelas, con características de infancia en riesgo social, o problemas endémicos de hambre y violencia, se vean beneficiados con nuevos conocimientos que abordan la inclusión social.
Otro ejemplo es Singapur, que busca convertirse en una smart nation, teniendo como uno de sus pilares la digitalización planificada de manera cuidadosa en todos los ámbitos, incluida la educación, que actualmente se ubica a la cabeza del reporte PISA.
Con estos dos ejemplos, quisiera dar a entender que la clave está en gestionar adecuadamente la tecnología. Hoy el desafío radica en aprovechar su potencial transformador en la educación, con un enfoque equilibrado y consciente de su utilización para potenciar el aprendizaje y reducir las brechas educativas.
El reto para los próximos años será, sin duda, encontrar el equilibrio entre la tecnología y otras experiencias enriquecedoras en el marco de la educación, priorizando siempre el bienestar y el desarrollo integral de la sociedad.