Marcela Pastor, Head of Art de Rompecabeza.
El 19 de agosto, celebramos el Día Mundial de la Fotografía, un arte que cambió la forma en la que las personas representaban lugares, objetos, formas de vivir e incluso a sí mismos. La industria del marketing siempre ha buscado nuevos recursos que permitan que las marcas conecten con sus audiencias. Por eso, hoy en día la fotografía no sólo es una forma de capturar momentos, sino una estrategia crucial que define la identidad de una marca y ayuda a generar conexiones emocionales con los consumidores.
En los primeros días del marketing, las imágenes eran estáticas y limitadas en su capacidad para interactuar con el público. Además, era una técnica que sólo algunos manejaban o tenían las herramientas necesarias para hacerlo. Sin embargo, con el desarrollo de lo digital, la fotografía se ha convertido en una herramienta dinámica y versátil, que ya no depende de expertos ni grandes equipos. A todo lo anterior se suma la evolución del marketing digital, la era de las redes sociales y una generación que tiene una cámara en el bolsillo.
Hoy, las grandes campañas publicitarias dependen en gran medida de imágenes impactantes para atraer y mantener la atención de los usuarios. No sólo se trata de mostrar los productos o servicios, sino de contar historias, transmitir sentimientos y emociones a través de ellas. Las marcas están utilizando imágenes para crear narrativas visuales que resuenan en sus audiencias: desde la autenticidad en las fotos de productos, hasta la aspiración en las imágenes de estilo de vida. Las plataformas visuales -como Instagram- han amplificado aún más la importancia de la fotografía, haciendo que las imágenes sean el centro de la estrategia de contenido. Si las redes sociales se han transformado en una plataforma en constante cambio, una constante es la necesidad de imágenes impactantes.
En cuanto al futuro de la fotografía, seguirá cumpliendo un papel importante en el marketing digital. La realidad aumentada (AR) y la realidad virtual (VR) están abriendo nuevas posibilidades para crear experiencias inmersivas a través de la fotografía. Además, el auge de la inteligencia artificial (IA) está permitiendo nuevas formas de optimización y personalización de imágenes, lo que puede hacer que las campañas sean aún más efectivas y específicas para cada segmento de audiencia.
Quienes estamos inmersos en el mundo de las comunicaciones digitales no sólo debemos aprender a dar el clic final o saber ciertos programas específicos; debemos conocer los conceptos de composición y entender a nuestro usuario para saber qué le va a causar ese sentimiento que nosotros estamos pensando. La cámara no hace al fotógrafo y no se necesitan grandes recursos para empezar a aprender este arte.
En el comercio electrónico, donde el cliente no puede tocar ni sentir el producto, la fotografía es una especie de puente entre el deseo y la decisión de compra final, porque una imagen nítida, detallada y bien iluminada es capaz de responder preguntas que el cliente ni siquiera sabía que tenía. Una buena fotografía puede significar una diferencia importante, que eleve una campaña publicitaria promedio a una muy efectiva. Las fotografías, desde sus inicios y aún más en la actualidad, pueden contar una historia y una historia es esencial para la participación del cliente.