Desde la bomba atómica hasta la exploración espacial, la competencia por el dominio tecnológico ha definido la geopolítica mundial. Hoy, la inteligencia artificial (IA) ocupa ese lugar, con grandes potencias invirtiendo miles de millones para no quedarse atrás.

La reciente Cumbre de Acción de IA en París dejó en evidencia que esta no es solo una carrera por la innovación, sino una disputa estratégica donde el desarrollo tecnológico determinará el liderazgo global. Francia, bajo el impulso de su presidente Emmanuel Macron, ha apostado fuerte con una inversión de 109.000 millones de euros, a la que la Unión Europea sumó 200.000 millones de euros adicionales.
Sin embargo, estas cifras aún quedan lejos de los 500.000 millones de dólares que Estados Unidos (EE.UU.) anunció destinará en los próximos años, reafirmando su hegemonía en el sector. La pregunta es si esta carrera será exclusivamente entre gigantes o si otros países lograrán hacerse un espacio en el tablero.

La historia nos ha demostrado que, cuando el desarrollo tecnológico queda en manos de unas pocas potencias, la dependencia de otros países se vuelve inevitable. En el caso de la inteligencia artificial, el dominio de un par de naciones y corporaciones no solo plantea una cuestión de liderazgo económico, sino también de autonomía digital, acceso al conocimiento y regulación ética.
Actualmente, el ecosistema está controlado por gigantes como EE.UU. con OpenAI, Google y Microsoft, y China con Tencent y Alibaba, quien además ha reforzado su posición con el lanzamiento de DeepSeek, su propio modelo de IA generativa. En este escenario, Francia no quiere quedarse fuera del tablero y está haciendo un esfuerzo decidido por posicionarse con su sistema de IA y su plataforma Mistral.
Pero la innovación no es exclusiva de las grandes economías. Chile también ha decidido jugar su carta con Latam GPT, un modelo que busca adaptarse a las necesidades de la región y a las realidades lingüísticas y culturales. Aunque no compite a la escala de los líderes mundiales, su avance es una señal de cuán importante es el desarrollo tecnológico de la IA en Latinoamérica para no quedarse atrás.
Para Chile, esta carrera representa tanto un desafío como una oportunidad. En la cumbre, nuestro país no solo estuvo presente, sino que también fue parte del comité organizador, destacando su interés en no quedar al margen del debate. Pero a diferencia de la llegada al espacio en el siglo XX, donde unas pocas naciones tenían los recursos para competir, la IA ofrece una posibilidad única para que más actores se sumen.
La pregunta ya no es si la IA transformará nuestras sociedades y el mundo empresarial, cómo nuestro país e industrias se están preparando para formar parte de esta transformación.
