Por Felipe Cuadra, co fundador de Rankmi.
Mientras muchos estudiantes de educación superior aprovechan sus tres meses de vacaciones de verano para descansar, existe un porcentaje no menor que se encuentra en uno de los procesos más importantes de su carrera: la práctica profesional. Durante el período de enero a marzo, distintas organizaciones abren sus puertas para recibir a jóvenes quienes, ya sea por cumplir un requisito de la carrera o interés genuino, buscan tener un acercamiento al mundo laboral antes de abandonar las salas de clase.
Algunos se preguntarán qué es lo que hace de una práctica profesional una experiencia exitosa, tanto para la empresa como para el alumno que la realiza. La verdad es que no existe una fórmula mágica, pero sí es clave tener en consideración que existen tres aristas que pueden ayudar a determinar el resultado de ésta: lo que busca aprender el estudiante, responder a la necesidad de la universidad y el aporte que pueda recibir la empresa durante el período que el practicante se encuentre en el equipo.
Si bien estas variables son importantes, también existe una responsabilidad de parte de las empresas al momento de reclutar perfiles. En nuestra experiencia, cada vez que abrimos el proceso de selección buscamos personas que se ajusten a nuestra cultura, a través de entrevistas en profundidad e incluso pruebas psicométricas. Con esto, tratamos de encontrar un perfil talentoso que, en el corto plazo, sea un aporte como si fuera ya un profesional, además de permitirnos ir conociendo cómo va evolucionando el mercado.
Pero, también es importante un rol formador: la práctica es la instancia donde se aprende a trabajar, a cumplir ciertos horarios, a trazar metas, entre otras cosas, que son parte del proceso de aprendizaje. Un buen guía será capaz, incluso, de apoyar y formar a quienes cometen errores, entendiendo que esas situaciones permiten ver cómo reaccionan al momento de enfrentar un problema.
Es así como la disponibilidad de responder dudas y dar un feedback adecuado, puede marcar la diferencia a la hora de hacer una evaluación final. Uno de los errores más comunes es dar por sentado que los practicantes ya tienen un criterio formado y cuando esto no es atendido y entendido, los alumnos se sienten abandonados. La paciencia y el tiempo son clave para lograr el objetivo y, si existen las condiciones, incorporar un nuevo integrante de manera oficial al equipo de trabajo.