Ya entramos a la recta final del año, una época conocida por sus celebraciones, pero también porque el estrés se intensifica, sobretodo en el ámbito laboral: plazos que se acortan, objetivos y metas por cumplir, balance de logros y reestructuraciones de cara al año que se asoma. Factores que en suma, se traducen inevitablemente en pasar más tiempo en la oficina.
En este contexto, el espacio de trabajo debería ser un aliado y no un factor de desgaste. Desde la luz natural y el mobiliario ergonómico, hasta áreas comunes para pausas activas, el entorno influye directamente en la productividad y satisfacción. De acuerdo a un estudio de la American Psychological Association, el 60% de las personas perciben el entorno laboral como una fuente significativa de estrés, lo que refuerza la importancia de crear oficinas que respondan a esta realidad.
Frente a una importante carga laboral y largas horas de trabajo, contar con un espacio que combine comodidad, funcionalidad y opciones para desconectar es clave. En el largo plazo, un ambiente pensado para el bienestar, más que una inversión, es también una apuesta para retener talento.
Pensar las oficinas más allá de su funcionalidad en las labores diarias, debiese ser parte de las estrategias que fomentan el bienestar de los trabajadores. Y sobretodo hoy, poner su diseño a favor de quienes las habitan, puede ser aún más fácil en comparación con los modelos de oficina tradicionales.
En los últimos años, las oficinas han evolucionado a espacios de trabajo flexibles que facilitan la colaboración, potencian la innovación, e incluso impactan positivamente en la productividad; sacar provecho de su transformación en pos del bienestar de los trabajadores puede ser más fácil y simple de lo que parece.