Por Juan Ignacio Guzmán, CEO GEM Mining Consulting.
Durante varias décadas, Codelco fue sinónimo de liderazgo en la producción de cobre, representando de buena forma a la industria minera chilena y mundial. Sin embargo, en los últimos años, su posición de liderazgo se ha visto amenazada por una serie de desafíos tanto internos como externos, que han dejado a la empresa en mal pie para mantener su prominencia en el mercado global del cobre.
La realidad es innegable: Codelco está perdiendo terreno. Esta pérdida de competitividad como productor mundial de cobre no es simplemente el resultado de un par de años difíciles, sino más bien el producto de dos décadas de problemas crecientes de pérdida de competitividad. Los números hablan por sí solos: una caída significativa en los aportes al fisco, una disminución en la producción y retrasos en proyectos estructurales son solo algunas de las señales de alerta que no podemos ignorar.
En palabras claras y directas, como lo expresó el presidente del directorio de la estatal, Máximo Pacheco, Codelco es una empresa lenta. Esta lentitud se manifiesta en una serie de problemas internos, desde inflexibilidades laborales hasta una burocracia interna que frena la toma de decisiones oportunas. Sin embargo, también hay factores externos que contribuyen a esta situación. Las restricciones impuestas por las entidades gubernamentales, así como la presión política de los gobiernos de turno y las consideraciones ajenas al negocio, han restringido la capacidad de Codelco para operar con la agilidad que requiere un mercado tan competitivo como el cobre.
Máximo Pacheco tiene un diagnóstico claro del principal problema de la empresa. Con este diagnóstico es entonces necesario agilizar los procesos de toma de decisiones para que de esta forma Codelco vuelva a correr nuevamente como el máximo líder de la industria.
La industria del cobre está entrando a un cambio en el liderazgo a escala global, y si Codelco no actúa con rapidez y determinación, podría pasar en un par de años del primer al tercer lugar en el ranking mundial de producción. Es hora de que la empresa se despoje de las restricciones autoimpuestas y de aquellas impuestas por entidades reguladoras externas y retome la senda de la competitividad, que es básica para competir no solo en cobre, sino que también en litio. La entidad necesita operar con la misma eficiencia y agilidad que sus competidores privados, si quiere mantener su lugar en la cima del mercado del cobre y seguir siendo una fuente clave de ingresos y desarrollo para Chile.