Por Ramón Molina, director ejecutivo del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini.
Desde dónde nos situamos para observar tiene mucho que ver con lo que comprendemos. Muchas veces la atención que ponemos a los hechos, la velocidad con que suceden y la simultaneidad no nos deja comprender los fenómenos detrás de ellos, lo cual de por sí es complejo de procesar. Y más aún, cuando lo anterior se suma a un propósito de la humanidad que nos ha acompañado por siglos: Vivir más y mejor.
Temas que nos sorprenden todos los días como los avances en inteligencia artificial, el despegue de la biotecnología a diversas áreas de nuestras vidas, y los potentes efectos del cambio climático son avalanchas que parecen desconectadas, pero que en una mirada agregada tienen un impacto enorme en nuestras vidas de hoy y, con mayor fuerza, en el futuro próximo. Tan sólo considerando estas tres mega fuerzas de cambio, y su interacción podremos tener una idea de para dónde movernos y prepararnos, de las industrias de futuro que surgirán (o que ya están en acción), y de las estrategias que deberemos diseñar como sociedad para abordar un futuro próspero.
En una punta, la biotecnología nos ayuda a alargar nuestra vida y asegurar el abastecimiento de alimentos a la creciente población mundial; en otra punta, los efectos del cambio climático nos pone en una encrucijada de supervivencia como especie, que nos obliga a ir a una transición energética, alcanzar objetivos de cero emisión y reducir el calentamiento; y por último, cerrando este triángulo, el eje de inteligencia artificial, que bien aprovechada por los seres humanos potenciará nuestra productividad, y así lograremos un tránsito a ese estado maravilloso, donde la ecuación de más recursos y más tiempo podría ser una realidad para nuestra sociedad en su conjunto.
En esta amalgama de fuerzas y propósito, se dibujan nuevas industrias. Por ejemplo, en respuesta al efecto de vivir más años, con más tiempo y con más recursos, surge el ocio como una gran industria, y así es el turno de las industrias creativas y culturales con todos los beneficios que traen: igualdad de género, uso de creatividad como insumo principal —de carácter inagotable—, escalabilidad y fuente de ingresos sin necesidad de alto capital inicial.
Otra industria que surge con fuerza es la de las tecnologías limpias, el planeta no puede esperar, y así se ven avances en hidrógeno verde, descarbonización de procesos industriales, y electromovilidad, entre otras. Y por último, una industria muy relevante que se nutre de las fuerzas anteriores es la agricultura Inteligente, con foco en sustentabilidad del planeta, donde cabe mencionar algunas áreas que se desarrollarán como las nuevas fuentes de proteínas sin uso intensivo de agua, semillas resistentes a la temperatura, procesos de aceleración de prototipos, nutrición de alto valor, y los consecuentes efectos en salud de esta alimentación de futuro.
Y es así como las empresas y el sistema financiero mundial empiezan a mirar con entusiasmo y alinean sus estrategias (y financiamientos) con estas nuevas industrias, lo que trae aparejados efectos positivos en la sociedad, el planeta y el desarrollo.
En definitiva, se alinean los intereses económicos con el propósito y antiguo anhelo de todos los seres humanos de vivir más y mejor. Es decir, comulgamos como sociedad con las bases de la economía regenerativa.