Por Paula Rojas, directora carrera Ingeniería Civil Mecánica, Facultad Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Pese a que este día internacional data de hace más de un siglo, personalmente no recuerdo que cuando yo era niña, hiciéramos algo especial en este día en el colegio, sin embargo, sí creo que precisamente fue en mi infancia, cuando recibí la mayor inspiración y la base para querer estudiar una carrera STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
A través de esta nota les mencionaré algunos de los aspectos que más recuerdo y que creo que fueron los más relevantes para forjar mi propio camino hacia la ingeniería.
En primer lugar, recuerdo que desde muy pequeñas desarrollábamos actividades, que ahora entiendo que tenían perfil científico, como por ejemplo fabricar y estudiar terrarios, el primero debe haber sido en cuarto o quinto básico, una actividad que sin duda fomentaba la observación y el método científico, aunque también era un poco triste, porque luego de vacaciones, los terrarios estaban siempre vacíos, para lo que también había una explicación científica.
También recuerdo que, desde chicas, en las clases de arte, nos hacían dibujar hojas de árboles e insectos del patio, pasábamos horas en los jardines, primero para encontrarlos y luego dibujarlos con detalles, sin duda otra forma de incentivar la observación, y luego, analizar todos los dibujos para ver las diferencias entre las hojas e insectos de diferentes lugares de nuestro patio. También recuerdo que guardábamos algunos insectos y los soltábamos en la sala, pero eso es para otra nota.
Otro recuerdo importante de mi niñez y que creo tuvo que ver con mi decisión de estudiar una carrera STEM fueron mis profesoras en la enseñanza media. Teníamos profesores para biología y física, pero en matemáticas y los demás ramos, solo mujeres. Ellas eran muy entretenidas, hacían competencias y ferias científicas, las recuerdo claramente, caminando con pasos seguros por los pasillos, se veían contentas, decididas y confiadas. Sin duda todas ellas fueron claros modelos a seguir y —por cierto— para muchas de nosotras ellas fueron las primeras mujeres que nos mostraban que era perfectamente posible tener una carrera exitosa en STEM.
Finalmente, tengo que reconocer también a mis profesores de media, en física y biología, con ellos hacíamos muchos experimentos, casi ninguno resultada a la primera, ahora que lo pienso, quizás lo hacían con intención, porque al no resultar, todas nos cuestionábamos qué había fallado, tratábamos de entregar una solución y finalmente, el experimento sí resultada, lo que nos llenaba de alegría porque habíamos “descubierto” el problema.
Ciertamente, tal como fue en mi caso, creo que, al abordar estos aspectos desde la infancia, se puede desarrollar un interés genuino y duradero en las niñas hacia las carreras STEM, permitiéndoles explorar y desarrollar su potencial, para luego forjar su futuro profesional en estas áreas, las que hasta el día de hoy presentan importantes brechas de género, en particular, en algunas especialidades de la ingeniería.