Por Mariana Eppenstein, Managing director en Globant Chile.
En 2027, la inteligencia artificial fomentará la creación de 69 millones de puestos de trabajo en todo el mundo, según un informe del Foro Económico Mundial. La industria tecnológica es cada vez más transversal a diferentes sectores y se convirtió en el eje central del futuro de la humanidad.
Puede sonar grandilocuente, pero alcanza con mirar lo que sucede en nuestra vida diaria. Cambiamos nuestra forma de comprar gracias al comercio electrónico, de vincularnos con los demás por diferentes plataformas, de ahorrar por la aparición de las fintech y de entretenernos, entre otras actividades. La tecnología también impactó en la eficiencia de sectores económicos desde la producción hasta el deporte, incluyendo áreas muy diversas como logística, turismo y tantos otros. El progreso tecnológico tiene una contracara: el mundo del futuro lo están diseñando, en su mayoría, los hombres.
En los próximos años, el 75% de los trabajos estarán vinculados a las áreas STEM, según la ONU. Para no replicar la desigualdad de épocas anteriores, el cambio debe ser a toda escala.
La educación como pilar del desarrollo
El recorrido parte de la educación preescolar, como ya se ha demostrado en diferentes estudios, la brecha se empieza a generar en el aula. Las primeras enseñanzas moldean nuestras vidas, por lo que es crucial considerar qué estereotipos se están transmitiendo y quiénes son los modelos a seguir en esta etapa. No se trata de moldear la vocación a fuerza de lo que el mercado laboral requiere sino brindar herramientas para generar interés, curiosidad y una mayor cercanía a las ciencias “duras”. Tiene que ser un trabajo interdisciplinar que interpela a las instituciones educativas y al sector público, pero también a todas las organizaciones que estamos en la industria.
Las instituciones educativas deben revisar y adaptar sus currículos y prácticas pedagógicas para eliminar sesgos de género y fomentar un entorno inclusivo. El sector público debe implementar políticas que promuevan la igualdad de género desde los primeros años de educación. Y las organizaciones de la industria también tienen un papel vital en apoyar iniciativas educativas y proporcionar modelos a seguir que rompan con los estereotipos tradicionales.
Hace unos días en una entrevista para la Revista Ya, Camila Riquelme, de 18 años, contó que su primer acercamiento a las ciencias fue con los programas de National Geographic. En 2022 ganó una competencia intercolegial de robótica en Chile. Es decir, el talento está y hay que despertarlo con iniciativas sostenidas en el tiempo y mucho más personalizadas que encontrar un canal de televisión.
Una vez llegado el momento de seleccionar una carrera universitaria, nos encontramos nuevamente con la posibilidad de reducir la brecha de género. Un informe del Ministerio de Educación de 2023 reveló que, aunque las mujeres predominan en la matrícula de primer año en pregrado, en áreas como Salud, Educación y Ciencias Sociales superan a los hombres por más de 50 puntos porcentuales, en Tecnología y Ciencias Básicas la brecha es desfavorable para ellas, con 65 y 7,3 puntos porcentuales respectivamente.
Esta etapa involucra directamente a las familias, los docentes y los profesionales que se especializan en orientación vocacional, pero también a las empresas tecnológicas y a quienes participan de la conversación pública. Debemos continuar promocionando programas, tanto las universidades como organizaciones, fundaciones y empresas para que la lucha contra la brecha de género se traslade a becas, cursos y proyectos específicos.
Por último, y aunque parezca obvio, nuestros esfuerzos en el ámbito laboral deben continuar buscando la igualdad de género en áreas de STEM. Mientras el 48% son mujeres a nivel general, en las áreas de STEM baja al 34%, según la red del Proyecto Colaborativo Nacional de Niñas, y Chile se encuentra por debajo del promedio de América Latina.
En 2006, BancoEstado, la única institución bancaria pública del país, detectó una brecha de género de 30 puntos porcentuales en el número de cuentas de débito. Sin embargo, enfrentaba un desafío: había pocas mujeres empleadas, lo que hacía más difícil comprender su situación. Descubrieron que las mujeres emprendedoras desconfiaban del sector financiero, consideraban frías a las instituciones bancarias y preferían el ahorro al endeudamiento.
El proceso de bancarización marcó un gran avance y devino en un cambio interno: BancoEstado aumentó la presencia femenina entre sus empleados, alcanzando un 48% de mujeres en su fuerza laboral. Esto nos demuestra cómo la diversidad en el personal es clave para abordar y superar las desigualdades de género en el sector.
El desafío de lograr la igualdad de oportunidades en las áreas STEM es complejo: no se resolverá de un día para el otro ni depende de un solo actor. Si bien promover la igualdad de género en las empresas ha demostrado ser eficaz, es necesario tomar medidas en todas las etapas de nuestras vidas para alcanzar un cambio genuino.
Empresas, organizaciones, universidades y el sector público deben trabajar juntos para crear el futuro inclusivo que queremos. Solo a través de un esfuerzo colectivo y sostenido podremos construir un mundo en el que cada niña, joven y mujer tenga las mismas oportunidades de soñar y alcanzar sus metas en el campo que elija.