El sector de la ciberseguridad en América Latina refleja una marcada brecha de género, con solo un 25% de mujeres en la fuerza laboral, según datos de ESET.
A nivel mundial, menos de la mitad de las mujeres participan en el mercado laboral, mientras que en América Latina la tasa de participación femenina se mantiene en un 52,1%, frente al 74,3% de los hombres. Además, las mujeres continúan enfrentando desafíos significativos, como la brecha salarial, el techo de cristal y la carga mental adicional en el hogar, factores que dificultan su crecimiento profesional.

El techo de cristal y la brecha salarial
Julieta Escolar, Mánager de Recursos Humanos para ESET Latinoamérica, enfatiza que la brecha salarial y la escasa representación femenina en puestos directivos siguen siendo problemas estructurales dentro de las empresas.
“La brecha salarial, no sólo por el poco acceso a puestos directivos, sino ante igualdad de puestos y jerarquía, sigue siendo un desafío. Si bien las compañías están empezando a mapear e intentando encontrar soluciones, es algo que no muchas pueden resolver en el corto/mediano plazo”.
Otro obstáculo es el techo de cristal, que dificulta el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo dentro de las organizaciones. Russell Reynolds Associates identificó que en 2024 solo el 11% de los nombramientos de directores ejecutivos a nivel mundial fueron mujeres, en comparación con los 196 hombres que ocuparon estos cargos.
Carla Araujo, Mánager de Marketing para ESET Brasil, compartió su experiencia personal sobre las dificultades que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral:
“En mi trayectoria profesional, siempre trabajé mayoritariamente con gestores y colegas varones. En diversas ocasiones, noté cuestionamientos velados -nunca directos, pero presentes- sobre la capacidad de las mujeres para asumir posiciones de liderazgo. Además, fui testigo de varias situaciones en las que colegas varones fueron promovidos mientras que mujeres, con preparación igual o incluso superior, fueron desconsideradas”.

Por su parte, Julieta Escolar también relató situaciones de discriminación que ha presenciado en el ámbito laboral:
“El mayor desafío que enfrentamos las mujeres en el ámbito laboral es la falta de representación en cargos directivos. Históricamente estos puestos han sido ocupados por personas de género masculino, y si bien de a poco esta tendencia ha ido mejorando, aún falta esta representación. Por mi trabajo, me ha tocado escuchar comentarios de líderes varones, donde me han pedido que no contratemos a mujeres para los puestos claves para que no haya tanta rotación por licencias por maternidad. Como mujer, fueron comentarios que tuve que tolerar sin posibilidad de refutar”.
Gabriela Rodríguez, Mánager de Ventas para ESET Latinoamérica con sede en México, destacó que el respeto a la maternidad sigue siendo un problema en el ámbito laboral.
“Desde mi punto de vista, el mayor desafío es el respeto al derecho a la maternidad. Es un hecho que el ser mamá no impide, de ninguna manera, que puedas ejercer cualquier actividad laboral, inclusive de manera destacada. Sin embargo, el embarazo ha sido una de las principales razones por las que se ha negado injustamente el derecho al trabajo a las mujeres. ¿De qué manera lo he abordado? No tolerándolo, no aceptándolo y externando que la maternidad no es un impedimento”.

Carga mental y la doble jornada de las mujeres
Más allá del entorno laboral, la carga mental representa un desafío adicional para las mujeres. Un estudio reciente de la Universidad de Bath y la Universidad de Melbourne reveló que las mujeres asumen el 71% de las tareas organizativas del hogar, incluyendo la planificación y gestión de responsabilidades familiares. Además, realizan el 79% de las tareas diarias, como la limpieza y el cuidado de los niños, en comparación con el 37% de los hombres.
Julieta Escolar enfatizó cómo este factor impacta en la vida de las mujeres trabajadoras:
“La carga mental invisible de la mujer, buscando el equilibrio constante entre la vida familiar y laboral, es uno de los mayores desafíos que enfrentamos. En muchos casos, sobre nosotras recae la tarea de organizar y poner en marcha la logística familiar y que, incluso, cuando delegamos actividades, no se nos permite renunciar a nuestro rol clave para que todo funcione. Por eso, la sensación de agotamiento en muchos casos es alta”.
Carla Araujo reforzó esta idea, señalando que esta realidad genera barreras silenciosas para el crecimiento profesional de las mujeres. “Este tipo de desafío crea barreras silenciosas que dificultan el crecimiento profesional de las mujeres”, afirmó.

El rol de las empresas en la equidad de género
Para reducir esta brecha de género, las empresas pueden implementar políticas de equidad salarial, procesos de promoción justos, programas de mentoría y desarrollo para mujeres, y asegurar que sus contrataciones sean libres de sesgos de género.
Julieta Escolar explicó que las empresas deben enfocarse en la diversidad dentro de sus equipos directivos y evaluar sus políticas internas:
“Las empresas deben empezar a trabajar para que su equipo directivo sea lo más diverso posible, que incluya no sólo mujeres en estos roles, sino que también busque que sean diversas sus realidades personales, y así contar con distintos puntos de vista para abordar las problemáticas de la compañía. Para ello, deben evaluar si sus sistemas de promoción son justos y equitativos para evitar cualquier sesgo”.

Gabriela Rodríguez agregó medidas concretas que las empresas pueden adoptar para mejorar la equidad de género:
“Promover que, dentro de sus procesos de contratación, no haya sesgos de género. Es decir, que se implementen prácticas que garanticen la igualdad de oportunidades, independientemente del género. En esa misma línea, promover políticas de equidad salarial, visibilizar el papel de la mujer en aquellas profesiones en las que predominan los varones, ofrecer programas de capacitación, desarrollo y mentoría, e incentivar la promoción de la mujer en puestos directivos”.

Carla Araujo concluyó destacando que la equidad de género no solo es una cuestión de oportunidades, sino también de condiciones justas para crecer dentro de las empresas.
“Creo que la igualdad en el entorno corporativo no se trata solo de ofrecer las mismas oportunidades, sino de garantizar que todos los profesionales tengan condiciones justas para crecer. Para reducir la brecha de género, las empresas deben implementar programas de desarrollo para mujeres y reevaluar sus procesos de promoción y contratación”.

Araujo también subrayó la importancia de un enfoque más amplio en diversidad e inclusión:
“La diversidad debe ir más allá del género: crear un ambiente inclusivo significa considerar diferentes perfiles, experiencias y orígenes. Cuando las empresas invierten en diversidad, obtienen nuevas ideas, diferentes puntos de vista y, al final, resultados mucho mejores”.

En un contexto donde la ciberseguridad y la tecnología juegan un papel clave en la economía digital, abordar la brecha de género no solo es una cuestión de equidad, sino también una oportunidad para fortalecer la industria con talento diverso e innovador.