En Chile enfrentamos un gran desafío en lo que respecta a nuevos talentos en la industria de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), donde ya es necesario tomar las riendas de cómo se están formando y poder apoyar más a los desarrolladores o developers de nuestro país.
Cifras del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, revelaban que a mediados de 2022 en el país existía un déficit anual de unos seis mil trabajadores de este sector y en 2023 datos de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de la Información (ACTI), ya situaban este déficit en 10 mil trabajadores.
Sin embargo, aunque suene paradójico esta situación representa una oportunidad para que apoyemos con medidas concretas, tanto desde el sector privado como desde el público, a aquellos profesionales que requieren aprender de nuevas competencias para optimizar su desempeño o bien capacitar para adaptarse a nuevos puestos al interior de la compañía.
Además, las plataformas de bajo código o no código (low-code y no-code) y el propio avance de la Inteligencia Artificial Generativa están revolucionando el acceso a la tecnología, permitiendo a personas sin formación técnica desarrollar aplicaciones y automatizar procesos. Herramientas como estas amplían el alcance de la tecnología más allá de las carreras científicas tradicionales, por lo que su masificación es un activo invaluable para las empresas de hoy en día.
"En el futuro será clave integrar la codificación con el pensamiento crítico, creativo y la colaboración entre equipos multidisciplinarios para resolver los desafíos que nos impondrá la tecnología".
Así, los programadores que se destaquen serán aquellos capaces de adaptarse y desarrollar soluciones innovadoras que respondan a las necesidades cambiantes de la sociedad y el mercado. Seguramente en ese futuro no tan lejano todos seamos también programadores aunque de un modo diferente al que se concibe hoy, con una democratización del acceso a la tecnología que vendrá de la mano de la Inteligencia Artificial Generativa.