Chile ya cuenta con una nueva Ley de Protección de Datos Personales desde el pasado diciembre, tras muchos años de discusión y ajustes. Esta normativa, que refuerza los derechos de los ciudadanos y establece la Agencia de Protección de Datos Personales, marca un hito en la regulación de la privacidad en el país.

Su estructura se inspira en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea, una referencia global en esta materia. Sin embargo, más allá de la similitud en los principios, el gran desafío está en su aplicación. Para ello, la experiencia europea puede servir de guía sobre qué funciona y qué errores evitar.
Uno de los principales obstáculos que enfrentaron las empresas europeas tras la entrada en vigor del RGPD en 2018 fue la adecuación tecnológica y de los procesos internos que permitieran cumplir con la normativa, tanto desde un punto de vista jurídico o de privacidad, como de seguridad de la información. Aplicar la protección de datos no solo implica cumplir con regulaciones, sino también adoptar herramientas y metodologías que garanticen la seguridad de la información y la privacidad en los sistemas de gestión de protección de datos.

En Europa, muchas empresas tuvieron dificultades para implementar medidas como la obtención de forma adecuada del consentimiento, el bloqueo o la encriptación de datos, el anonimato o la trazabilidad del ciclo de vida de la información personal y de los tratamientos de datos personales llevados a cabo en el seno de estas empresas. A esto se sumó el reto de actualizar sistemas heredados y revisar políticas internas sin afectar la continuidad del negocio. Chile puede adelantarse a este problema si las organizaciones diseñan una estrategia de adopción gradual de soluciones tecnológicas que se ajusten a sus necesidades y capacidades.
Otro aspecto clave fue la falta de conocimiento sobre cómo aplicar la normativa a sus operaciones diarias. Muchas compañías, especialmente pymes, no contaban con los recursos técnicos ni financieros para adaptar sus procesos con la rapidez que exigía la ley. Esto generó incertidumbre, dudas sobre las interpretaciones normativas y, en algunos casos, sanciones por incumplimientos involuntarios. En Chile, se prevé un escenario similar, donde será fundamental invertir en consultoría especializada, así como en formación y en la capacitación de los equipos internos, para evitar problemas derivados de la falta de preparación.

El RGPD también transformó la manera en que las empresas europeas gestionan los riesgos asociados al tratamiento de datos personales. La adopción de marcos de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento (GRC) ha sido clave para garantizar el cumplimiento normativo de forma estructurada, evitando sanciones y fortaleciendo la resiliencia organizacional. En Chile, este enfoque se presenta como una oportunidad para que las empresas no solo cumplan con la ley, sino que también establezcan modelos de gestión más sólidos, minimizando vulnerabilidades y reforzando la confianza de clientes y socios comerciales.
En este sentido, la experiencia europea ha demostrado que el cumplimiento normativo no tiene que ser un proceso aislado ni excesivamente costoso si se cuenta con el apoyo adecuado. Muchas empresas en la UE lograron adaptarse de manera eficiente gracias a la colaboración con partners especializados, que les ayudaron a evaluar su grado de adecuación a la normativa, desarrollar metodologías de análisis de riesgos y automatizar procesos para optimizar la gestión de datos personales. En Chile, aprovechar este tipo de asesoramiento puede marcar la diferencia entre un proceso de adaptación complejo y uno más ágil y efectivo.

Por último, un aprendizaje importante de Europa es que la protección de datos no es un esfuerzo puntual, sino un proceso continuo. La regulación evoluciona, y con ella las mejores prácticas y los riesgos emergentes. Las empresas chilenas deben asumir este nuevo marco legal no solo como un desafío normativo, sino como una oportunidad para fortalecer su competitividad en la economía digital. Quienes logren integrar la protección de datos en su estrategia corporativa estarán mejor preparadas para generar confianza en sus clientes y operar con mayor seguridad en un entorno cada vez más regulado.
Chile enfrenta un reto importante con la implementación de esta ley, pero no parte de cero. Puede mirar a Europa como un laboratorio de casos de éxito y desafíos superados, tomando las mejores prácticas para lograr una adaptación efectiva y sostenible. En un mundo donde los datos se han convertido en uno de los activos más valiosos, estar a la vanguardia en su protección es una inversión que, sin duda, traerá grandes beneficios en el país a largo plazo.
